¿Alguna vez se
han sentido como si estuvieran en el limbo? Sí, es ese desconcertante estado de
ánimo en el que sabes que te sientes mal, no sabes por qué, sólo sabes que no
estás feliz. Te sientes vacío como si no existieras. Nada te llena, ni siquiera
los bellos atardeceres en el horizonte desde un edificio alto.
Yo me siento así,
llevo varios días, aunque en el fondo sí conozco la razón… me siento enojada,
desesperada, triste y a ratos a muy pocos ratos me siento viva, la mayoría de
las veces me siento como un muerto viviente, caminando, yendo de un lado a otro
sin mucho sentido, a veces sin conciencia de lo que hago.
Los veo a todos
como extraños, quisiera no estar aquí. Quisiera dejarlo todo… esa dulce y
seductora sensación de querer dejarlo todo, darlo todo, deshacerme de todo y
quedarme sin nada, con las manos vacías, tan vacías como siento el pecho, el
estómago, el alma. Es horrible sentirse así, porque sabes que no esta bien, no
es bien visto… ¿Quièn diablos nos enseñó que es malo sentirse así, y además
demostrarlo a los demás?... Ah sí, se me olvidaba, es que una conducta así es
signo de una mente enferma, de una persona desequilibrada y esos… esos humanos,
desequilibrados, son peligrosos, son capaces de todo.
Pero bueno, vamos
al lío. Voy a contarles el por qué me siento así.
Conocí hace
semanas a alguien… le llamaré señor M, aunque lo de señor no le va, pues desde
que lo ví noté que tiene un semblante como de niño, y no sòlo el semblante,
mucho de èl, de su conducta es así. Y resultó ser muy atento, cariñoso, “dócil”,
parecía frágil… y ya saben, ahí va la mujer con complejo de salvadora “pobre,
se ve que necesita cariño, está destrozado, yo le voy a mejorar la vida, aunque
sea a costa de un poco de mi energía…” tonta. Siempre nos pasa lo mismo y no
escarmiento. No sé cuantas veces he de pasar por lo mismo hasta que aprenda.
He de confesar
que al paso de los días fuimos conociéndonos y yo fui notando en él cosas que
no eran de mi agrado, como por ejemplo que todo el tiempo usa palabras
altisonantes para expresarse, bebe mucho, no se cuida, no se ejercita, no cuida de sí mismo es obeso, sus dientes están
manchados (lo cual me hizo pensar muchas veces que tal vez fue adicto años
atrás). No tiene buenas ni
satisfactorias relaciones familiares… en resumen, es inestable. ¿Qué diablos
hago yo, buscando gente inestable? Me
dejé llevar pensando que sería solo una distracción, la verdad es que me sentía
muy, muy sola en aquél momento, estaba al borde del abismo… y el señor M me
sostuvo aquél día cuando nos conocimos. Me hizo sentir deseada, idolatrada,
especial. Y yo después de varias semanas, me enamoré como se enamoran todas las
mujeres inteligentes: como una idiota.
Comencé a cambiar
pequeños aspectos de mi personalidad. Como si no supiera donde me estaba
metiendo al permitir eso.
En el fondo sabía
que eso no iba a ser más que algo temporal… hasta que llegó el día, yo no estaba
preparada, según los planes yo me iba a ir, yo. Según los planes yo no me iba a
enamorar y cuando el dijera que mejor no, que prefería quedar de amigos, yo iba
a estar lista y decirle: “no pasa nada cariño, entiendo. Nuestro ciclo se ha
acabado”… pero se siente tan feo ser ignorada, recibir todo su enojo y toda su
dureza. No estoy acostumbrada a ser tratada así y eso es lo que más me molesta,
sentirme tan impotente, tener que guardar la calma, la compostura, cuando por
dentro estoy queriendo gritar y decirle todo lo que siento. Decirle todo lo que
me estaba callando desde las profundidades ardientes de mi alma.
Decirle que yo le
había hecho un favor a él. Que debería de estar agradecido de que una mujer
como yo se fijara en él. Que su gran pene no sustituía todas las carencias que
como persona tenía. Que no era todo. Que lamentaba en verdad haberle dado una
sola oportunidad de entrar en mi vida.
Si tan solo pudiera decirle cada cosa que sentía y pensaba… sabía que lo haría
pedazos y no quería eso. Yo sabía que podía reducirlo a cenizas con solo
palabras. Porque sé perfectamente que tengo el poder de absorber y multiplicar.
Si èl me trataba con desdén yo lo iba a ignorar tanto que iba a dudar de su
propia existencia. Y no quiero ser así, una parte de mí no quiere dejarse
llevar por esa yo tan aguerrida, tan cruel, tan instintiva… tan primitiva.
Una parte mì,
comprende que no había futuro, que ha sido mejor que sucediera esto, pero el
ego me dice: debía ser yo quien le dijera adiós, no él a mí.
Tal vez sea eso,
tal vez es el ego lo que tanto duele… o tal vez sean solo sus besos borrados en
mi boca, en mi cuello, en mi frente… sus manos en mi cabello, en mi cara, entre
mis piernas… sus promesas en mis oídos… su “no me vas a perder ni yo a ti” que
se había convertido en un eco lejano.
Odiaba realmente
sentirme así, tan vulnerable. Y tantas veces había estado ese mismo sitio… el
limbo. Que ya debería saber lo que hacer para sobrevivir. Me atonté.
Extraño a mis amigos. Extraño ese ambiente, me
extraño a mi. Me quiero libre de nuevo, fuerte… y me siento tan vulnerable. No me
reconozco, no dejo de escuchar voces en mi cabeza, ya basta! Ya callense! Trato
de disimular, al parecer he aprendido a hacerlo bien, pero ella siempre lo nota…
mamá siempre lo nota. Me conoce “yo te parí” me dice… Ella nota ese vacío en
mis ojos, o esa tristeza que me consume desde adentro.
Y es que sí, así
es la tristeza, nos va consumiendo, nos va quemando desde el fondo del abismo
hasta inundarnos el alma, el cuerpo… y no tenemos ganas de nada, hay un
trastorno en todo el sistema, en todo el cuerpo, la unidad falla y se descompone
en pedacitos que parecen extraños y ajenos a la unidad. Alguien seguro va a
entender lo que escribo, porque a veces siento que ni yo misma lo entiendo.
No tiene mucho
sentido. Es mejor seguir, seguir como si nada, como si todo. Seguir respirando
y ya.